martes, 9 de diciembre de 2008

¿Qué es aquello que hace buenos a los hombres?


Querida María Paula, ¡salve! Disculpa por esta respuesta un “poco” tardía al comentario que me dejaste el 10 de noviembre. Como tú sabes, amiga, yo también he estado en la locura de los trabajos finales y los exámenes finales (uno de los cuales todavía me tiene cautivo) y he tenido que ir postergando mi respuesta en contra de lo que dictaban mis mejores deseos. Veamos, tú me preguntas qué es aquello que hace buenos a los hombres o, en otras palabras, cómo se hacen de un espíritu noble según el confucianismo.


Al menos desde Mencio ya se puede afirmar que ha cristalizando en el confucianismo la idea de que la naturaleza del hombre es originalmente buena. Como ves, a diferencia de lo que ocurre en el cristianismo, en el confucianismo no se da la doctrina de la caída del hombre ni tampoco el sentido de culpabilidad asociado a ella. Te estarás preguntando la razón de que me haya remitido a Mencio para contestarte. Eso se debe a que la cuestión que tú planteas no se le había presentado a Confucio y por ello no la trató –al menos no directamente- en las Analectas. Mencio es el primer confuciano del que tenemos noticia que se atrevió a formular una respuesta a ese problema y por ello expondré a continuación su punto de vista con más detalle.


Cuando Mencio sostiene que la naturaleza humana es buena no quiere decir con ello que todos hayamos nacido perfectos; es decir, sabios. Él reconoce que la naturaleza humana contiene otros elementos además de los elementos propiamente buenos, pero esos otros elementos no son ni buenos ni malos en sí mismos. No obstante ello, existe el peligro de que dichos elementos no sean adecuadamente controlados y puedan conducir al hombre al mal. Y aquí viene un detalle fundamental: para Mencio estos otros elementos son los elementos que el ser humano tiene en común con las otras criaturas vivientes. Es en ese sentido que podemos considerarlos como el aspecto “animal” del hombre y la razón por la cual no deberíamos cometer el error de considerarlos como elementos integrantes de la naturaleza humana propiamente dicha. Ahora transcribiré un fragmento del Libro de Mencio -que no tiene desperdicio- en que nuestro amigo trata sobre esta cuestión:


Mencio dijo: ‘Todos los hombres tienen un corazón incapaz de soportar los sufrimientos de los otros. Los reyes antiguos tenían el corazón compasivo, por ello practicaban una política igualmente compasiva. Cuando con un corazón compasivo se practica una política igualmente compasiva, el gobierno del mundo es tan fácil como hacer girar algo en la palma de la mano. Por ejemplo: si unos hombres ven de pronto que un niño se cae a un pozo, todos sentirán miedo y compasión y esto no sería por ganar el agradecimiento de sus padres, ni porque así ganasen fama entre sus amigos y parientes, ni por miedo a adquirir mal renombre. De esto se deduce que el que no siente compasión no es hombre, que el que no siente vergüenza y desagrado no es hombre, que el que no siente gratitud y modestia no es hombre y que el que no tiene sentimientos de aprobación o desaprobación no es hombre. El sentimiento de compasión está en la base del amor al prójimo. El sentimiento de vergüenza y desagrado está en la base de la rectitud. El sentimiento de gratitud y modestia está en la base de la corrección. Y los sentimientos de aprobación y desaprobación están en la base de la sabiduría. Los hombres tienen estas cuatro bases como tienen sus cuatro extremidades y el que dice que no es capaz de desarrollarlas es como el que se roba a sí mismo, y el que declara la propia incapacidad al príncipe es como si estuviera robando al príncipe. Todos los hombres poseen estas cuatro bases en su yo; si saben cómo desarrollarlas y llevarlas a su plenitud, serán como el fuego que empieza y toma cuerpo o como la fuente que brota y aumenta su caudal. Si las completan, bastan para proteger el universo; si no las completan, no podrán proteger ni a sus propios poderes’. (Libro de Mencio II, 6)


Todo lo anterior viene a demostrar que el hombre es naturalmente bueno y que en su naturaleza siempre hay bondad aunque esté en germen. Cuando el hombre desarrolla las “cuatro bases” estas se convierten en las cuatro “virtudes fundamentales” que enfatiza el confucianismo. Estas virtudes, de no ser obstaculizadas por las condiciones externas, se desarrollan “naturalmente” desde el interior –podríamos decir que “espontáneamente”- tal y como los árboles crecen “naturalmente” a partir de su semilla o las flores surgen “naturalmente” a partir de un botón. Nadie tiene que estar detrás de todo amenazando o castigando a las semillas o a los botones para que esto ocurra. (Nota para los curiosos: el emperador romano y estoico Marco Aurelio dice algo similar en sus “Meditaciones”)


Esas cuatro bases son lo que diferencia al hombre de las bestias. Por tanto, ellas deben ser desarrolladas porque solo gracias a su cultivo el hombre llega a ser verdaderamente humano. En otra parte del Libro de Mencio, este notable pensador afirmará: “El hombre no difiere mucho de los animales irracionales. Los hombres vulgares renuncian a esta diferencia, los hombres superiores la conservan”. (Libro de Mencio, IV, 19) Así pues, después de esta extensa exposición, podría contestar tu consulta de la siguiente manera: “Nada hace a los hombres buenos puesto que ya lo son. Solamente pueden progresar en su bondad innata o renunciar a ella. Si se quiere progresar en la bondad innata, hay que aplicarse en el cultivo de las cuatro bases. El estudio y los viajes pueden serte de gran ayuda para llevar a cabo este propósito”.


El Shulca

2 comentarios:

María Paula dijo...

Mauricio! Muchas gracias por tomarte el tiempo para responder a mi pregunta. Has dado una respuesta digna de un Apu.

(:

Jose dijo...

digna de un Apu, estoy de acuerdo.
Tu respuesta es equivocada amigo, por una simple razón, te invito a leer el penultimo post mio.
slds