domingo, 9 de agosto de 2009

Visita desde México


El pasado jueves 06 de agosto tuve el placer de encontrarme con el Reverendo Jyohsin Todaka de la denominación budista del Jodo Shinshu. Como recordarán mis lectores, yo había tenido ocasión de entrar en contacto con esta Escuela budista durante mi último viaje a México y desde entonces he seguido investigando al respecto con ahínco en mis horas libres. Sin embargo, las comunicaciones entre Pablo -el miembro laico que me recibió por allá- y yo fueron sumamente esporádicas al punto que me hizo pensar que la relación con ellos no iba con buen pie. Quedamos en que el Reverendo me escribiría para empezar a dialogar sobre temas de budismo, pero nunca obtuve respuesta… Hasta la semana anterior a nuestro encuentro en que me informaba que estaría en Lima por unos días. Cierto es que este periodo coincidió con cambios en la asociación en México y además con la aparición de la influenza AH1N1. Admitamos, pues, que el contexto dificultó en parte la tarea. El punto es que finalmente logré conversar con el Reverendo. Una persona magnífica y asequible que ya había estado antes en Perú y que estaba en Lima camino a la selva para tomar fotografías de nuestra favorecida naturaleza. Casado -y con hijos aparentemente-, es un ejemplo de la manera -“heterodoxa” si se quiere; o progresista- cómo se entiende la ordenación en su denominación. La división entre los monjes y los laicos –muy marcada en la mayoría de Escuelas budistas- se halla aquí difuminada. Shinran, el fundador de esta Escuela, decía de sí mismo -que había vivido como monje hasta que fue forzado a retornar la vida seglar- que no era “ni monje ni laico” y sus seguidores han mantenido viva ese enfoque hasta la actualidad. Tengo una pequeña tarea encomendada de la cual hablaré en otra oportunidad… En todo caso, parece ser que las cosas avanzan en este tema de forma lenta, pero segura. Animo a mis lectores a que conozcan un poco más sobre la doctrina del Jodo Shinshu visitando la siguiente página web: www.jodo-shinshu-hongwanji-mexico.org


La imagen que pudieron observar al inicio de este post es un retrato de Shinran Shonin.

sábado, 8 de agosto de 2009

Bienvenidos de nuevo a la Montaña Vacía


Vuelvo a escribir después de varios meses en este blog. Circunstancias difíciles en primer lugar y posteriormente complicaciones de tiempo me impidieron continuar con el proyecto bloguero que llevaba a cabo hasta entonces en este espacio virtual. Sin embargo, considero que finalmente he acumulado suficiente material como para poner en movimiento nuevamente esta Montaña Vacía. Así que he puesto a trabajar a mis dedos y ya estoy preparando los artículos para los próximos meses.

¿Cómo estoy? Feliz, feliz, como una lombriz. Terminé con muy buenas notas el ciclo universitario que acaba de pasar, ver a mi sobrina crecer hace bailar a mi corazón todos los días, ya pasé los exámenes médico y teórico necesarios para obtener mi brevete y muchas otras pequeñas y grandes alegrías cotidianas dan a este invierno la apariencia de un florecido campo primaveral espiritualmente hablando. ¿Hay contratiempos? Sí, los hay; claro que sí. Pero la vida continúa para mí y sé que rodeado de mi familia y amigos tengo todo lo que es indispensable para mí y que considero como una condición sine qua non de mi propia humanidad. Gracias, pues, a todas estas personas maravillosas que han hecho posible toda esta felicidad que tengo. Por ustedes vuelvo a escribir y salgo con nuevos bríos a encarar las aventuras que la vida me proponga.

Y así doy por finalizado este largo periodo de receso. Bienvenidos sean todos.

viernes, 13 de marzo de 2009

Falsas nociones del amor: el “amor” fatalista


Hace ya un par de meses me puse a conversar con una amiga y salió a colación el tema del amor. Fue una experiencia sumamente beneficiosa para mí, porque ambos teníamos opiniones muy distintas acerca de lo que es el amor y gracias a ese debate pude articular mejor mi propio punto de vista al respecto. En conclusión, -para aquellos a quienes les gusta saber la conclusión desde el principio- mi idea de amor pude calificarse como no fatalista, desinteresada y carnal. Además, no creo que el matrimonio sea para ser feliz…


Nuestra charla de esa noche trató sobre muchas cosas, pero entramos de lleno al amor como problema -como tema que invita a la reflexión- cuando me hizo esta pregunta: ¿Tú no crees en las almas gemelas, no? Yo le dije que no. Personalmente, no creo que Dios ni ninguna otra entidad sobrenatural hayan dispuesto a alguien para que sea mi compañera. Voy a omitir la discusión metafísica -que no ha de interesarle más que a un puñado de intelectuales como yo- y pasaré a desplegar el razonamiento implícito en dicha doctrina y sus consecuencias prácticas.


Si Dios -o lo que fuera- ya me ha “atado” a otra persona, entonces yo no tengo nada que hacer: simplemente, me queda esperar a que esa persona venga por sí misma. Y una vez que llegue todo madurará por sí solo sin que yo tenga nada que hacer -nada que aportar- de mi parte. La consecuencia de esto es que la responsabilidad por la propia vida y por la buena salud de la relación de pareja es proyectada hacia fuera en lugar de ser asumida por la persona. Es decir, su “locus de control” es externo. Se olvida con mucha facilidad que “se puede delegar la autoridad, pero no la responsabilidad”. En ello solo puedo ver una idea del amor sumamente infantil por narcisista e irresponsable.


Una de las cosas que más censuro yo a la inmadurez que impera en Occidente es su nula inclinación al “sacrificio”, esa incapacidad de darse en oblación a otro. Los jóvenes han sido tan engreídos que creen que no solo sus padres, sino también que todo el universo existe solo para servirles. Están tan atrapados en su propio egotismo que no pueden ver el mundo salvo en función de sí mismos. Ojalá fuera por una deficiencia genética, pues podría disculparlos como intrínsecamente “débiles”. Más bien, pienso que son cobardes.


Por mi parte, yo creo que una relación de pareja saludable se construye y no solo con las celebraciones pomposas de los aniversarios y las frases trilladas, sino en el día a día, en lo ordinario que visto en su conjunto se revela como algo extraordinario. “Cuidar” -estar pendiente- de alguien por un día es meritorio, pero no parece a simple vista -para el ojo no entrenado- algo tan extremo como escalar los Himalayas o cazar un cocodrilo con las manos desnudas. Sin embargo, mantenerse fiel en esa acción día tras día hasta llegar al aniversario de los treinta años de casados, ¿no es toda una proeza? Los occidentales han malacostumbrado a sus jóvenes exaltando en su cultura lo pomposo como distintivo de valor como en las películas de Hollywood donde las explosiones tienen que ser muchas y aparatosas para que la película sea “buena” o en el atuendo gangsteril que ha tomado la juventud, repleta de cadenas y anillotes que, encima, la mayor parte de las veces son solo de fantasía. Tan de fantasía, tan falsas, como sus vidas y sus “amores”. No todo lo que brilla es oro, pero para concretar lo que dijo el Principito -“lo esencial es invisible a los ojos”- habría que agregar que “no solo lo que brilla vale”.

domingo, 1 de marzo de 2009

México lindo y querido (y budista)


México, México, México… ¡Cómo te extraño, mi México! Acabo de volver de visitarte y ya te estoy echando nuevamente de menos. Uno de tus hijos me ha adoptado como su paisano. Dijo que podía pasar por mexicano. Él es yucateco, jarocho que le dicen. Y yo le contesté que si no era mexicano en el papel ya lo era de corazón… ¿Podría ser de otra manera? Imposible. Quienes me conocen y conocen la historia de mi familia saben que mi familia y yo estamos unidos indisolublemente a ti, mi México… ¡Qué viva México!


--o--


Y ahora sí, volviendo a los temas de este blog, puedo comentarles mis aventuras por las tierras de los charros y los mariachis. En uno de los hoteles en los que me hospedé, me encontré con un libro titulado “La enseñanza de Buda”. Ya se imaginan de qué trata el librito naranja así que pasaré a contarles la anécdota. El libro estaba muy interesante y además era bilingüe (edición inglés-español) así que se me ocurrió adquirirlo. Lo habían puesto en mi habitación de la misma forma en que los Gedeones suelen poner Biblias o Nuevos Testamentos a disposición de los huéspedes, esos de tapas azules. Consulté en el Lobby del hotel cuánto me costaría adquirir uno y me la hicieron larga. Era avanzada la tarde cuando hice la consulta y la persona encargada ya se había retirado. Pero al día siguiente me volví a acercar al mostrador y me informaron que me lo regalaban… ¡Oh, sí!


Me fui recontento de ese hotel y seguí mi programa de viaje. Luego me tocó retornar al D.F. para tomar mi vuelo de regreso a Lima, pero como tenía un día libre lo aproveché para vaciar las librerías de la ciudad y probar suerte en otro tema… En el libro aparecía una dirección en el D.F de la organización que publicaba el libro*. Además, había visto la página web de esta organización y vi que tenían varios materiales de calidad en inglés y en japonés. Pensé que sería interesante consultar si tenían más material disponible en español e hice mi llamada telefónica. Así fue, y ese día que tenía libre fui a conocer su filial mexicana. Me recibieron excelentemente, como buenos mexicanos y budistas. Y descubrí que allí mismo hacían servicios religiosos de la escuela Shin de Budismo de la cual yo he estado investigando durante años. Fue muy emocionante para mí, porque había investigado sobre esa escuela por mis libros y por Internet y conocía la existencia de una misión en México sin saber dónde quedaba exactamente. Como le dije a Pablo, uno de los amigos que me recibió allí, “me he sacado dos clavos de una sola tirada”. Y sí que sí… Compré un libro titulado "Pensamientos budistas para la vida" y un libro del servicio religioso de aquella escuela de budismo. Le ofrendé un poco de incienso al Buda Amida y me despedí de mis nuevos amigos. Hago votos por que este breve post sea el comienzo y no el fin de esta linda historia…


* La organización a la que aludo es la Bukkyo Dendo Kyokai; en este caso, la Bukkyo Dendo Kyokai de México, A.C. (Asociación Promotora de Budismo en México)

sábado, 14 de febrero de 2009

lunes, 9 de febrero de 2009

La espontaneidad desde Occidente


“Al referirse a la obra de arte, Kant afirma que ella es siempre la obra del genio. Para él es muy claro, las cosas pequeñas carecen de interés: o bien es una obra de arte o bien no es nada (y esto, además. es totalmente verdadero). Ahora bien, Kant define la obra de arte como aquella que establece sus propias normas, es decir, que es original en el sentido en que la obra misma se vuelve modelo, prototipo o norma de otra cosa. Y para Kant, el genio crea esta obra de arte sin poder rendir cuentas de lo que hace ni de por qué lo hace: por lo tanto, no la crea por cálculo, por razonamiento, discursivamente, sino, dice, como una naturaleza, refiriéndose así, es evidente, a la idea de natura naturans opuesta a la de natura naturata: es decir, la naturaleza es en el sentido de la physis, lo que hace ser, lo que hace nacer (natura, nascor) a las cosas como potencia creadora que no puede rendir cuentas discursivamente de lo que hace, como tampoco el rosal puede decir por qué y cómo hace la rosa”.

(CASTORIADIS, Cornelius; Lo que hace a Grecia, 1. De Homero a Heráclito; Pág. 54)

Me ha encantado este texto porque explica en términos occidentales la vivencia oriental de la “espontaneidad”. Lo que mis devotos lectores tendrían que hacer es trasladar este entendimiento del campo del arte al de la moral pues es a eso a lo que apunta la moral de Mencio tal como la expuse en este post anterior. Así visto, la vida oriental no es solo mística, sino fundamentalmente poética.

domingo, 1 de febrero de 2009

Sobre el grosero pésame del teísmo


Hace ya más de un año de eso… Uno de mis mejores amigos me participó del sensible fallecimiento de su hermana que era apenas una niña. La familia estaba devastada como era de esperarse y yo, a pesar de mi natural reticencia a asistir a estos eventos, asistí al velatorio. Ah, todo había sido tan repentino… Nunca he querido profundizar más en los detalles por temor a reabrir innecesariamente las heridas de ese día, pero por lo que se dijo en aquella ocasión el tránsito hacia la muerte de esa niña había sido abrupto y, para la familia, inexplicable salvo como una negligencia. El día indicado me presenté en la mañana a la hora que me fue sugerida por mi amigo. Yo lo había acompañado la noche anterior hasta que clausuraron la sala donde la estaban velando, pero finalmente había llegado la hora de llevar a cabo la misa que precedería al entierro. No sabía qué hacer ni qué decir. ¿Qué se suponía que le dijese yo bajo esas circunstancias?


Tal vez intuyendo lo difícil que era para mí estar presente, mi amigo me sugirió que no era necesario que asistiera también al sepelio, que yo ya había cumplido como amigo con él. Pero sus palabras, más que inclinar mi deseo en ese sentido, lo impulsaron en el sentido opuesto. Si para mí era difícil estar allí, en medio de tanto dolor, ¿no debían de ser aun mayores, acaso, el dolor y el pesar con los que mi amigo lidiaba en la soledad de su corazón? ¿No era entonces cuando más necesitaba de mí que me llamaba su amigo? ¿No es en estos casos cuando se descubre quienes fueron nuestros amigos y quienes no? ¿O iba yo a estar solo en los momentos luminosos de su vida? Opté por continuar a su lado hasta el final, hasta saber que él se retiraría a su casa con su familia, a pesar de que mi “plan” original no pasaba de asistir a la misa que habría de preceder al traslado del cadáver al camposanto… Hay otros detalles más que les podría contar; por ejemplo, que ayudé a cargar el féretro hasta la iglesia donde se iba a realizar la misa, lo cual fue un honor inmerecido e inesperado. Pero obviaré ahora todo lo que no me parezca pertinente para los fines de mi reflexión por respeto a la intimidad de la familia.


No recuerdo exactamente -ni me interesa conseguir recordarlo, tampoco- en dónde fue, en qué momento de ese extremadamente penoso día fue que lo oí decir. Me imagino que era una tía suya o tal vez fuese simplemente una amiga de la familia. Lo importante es que le dijo algo más o menos similar a esto: “Dios nos pone pruebas, pero tienes que ser fuerte porque Dios nunca nos envía nada que no podamos soportar”. Lo recuerdo bien. Recuerdo haberme quedado helado, de una pieza, en un primer momento, pero que poco después me sentía ardiendo por dentro de pura indignación. No me atreví a refutarla en ese mismo instante: habría sido una falta total de delicadeza para con mi amigo. No sé si él hubiese tomado a mal mis palabras, pero sí sé que no hubiera podido comprender su sentido más profundo bajo esas circunstancias. En verdad, era necesario que cultivase la virtud de la paciencia como lo saben hacer esas flores que se cierran con los estertores de la tarde en espera de que despunte nuevamente el sol de la mañana. Pero ya llevo un año rumiando estos pensamientos y creo que es hora de sacarlos a la luz de una buena vez.


Debo confesar que para entonces ya era ateo, pero esa experiencia me convenció de la necesidad de hablar claro para permitir que se sepa que una concepción alternativa de la vida es posible… ¡Pero qué frase tan estúpida! Sin embargo, se la puede deducir de la metafísica teísta y no perderé mi tiempo diseccionando esas tonterías. Antes bien, deseo concentrarme en lo sutilmente dañino de esas necedades. Considero que esa es una frase particularmente insidiosa -al igual que otras similares- porque siembra cruelmente en el subconsciente del individuo ya bastante apesadumbrado el siguiente razonamiento: “El tal “dios” permitió la muerte de mi hermana y nos manda pruebas. La prueba es para mí. Ergo, soy responsable de la muerte de mi hermana porque si el tal “dios” no me hubiese tenido que probar no hubiera tenido que permitir que muriese”. Por supuesto que este es un razonamiento simplemente monstruoso. Mi amigo no tenía ninguna responsabilidad en la muerte de su hermana como las últimas palabras que le dedicó -cargadas de llanto y de un remordimiento exagerados a todas luces- podían dar a entender. No, pero como él era teísta no era capaz de concebir un universo sin propósitos intrínsecos, un universo donde esta clase de hechos simplemente pasan porque es así como son las cosas y donde los “accidentes” -o, mejor dicho, lo que desde nuestro punto de vista humano y personal interpretamos como accidentes, ya que no hay que confundir los hechos físicos con los juicios morales- no pueden ser previstos ni evitados del todo por cuanto que son eventos inherentes a esto que llamamos Naturaleza que es lo que nos ha engendrado y nos habrá de devorar a su debido tiempo, que es matriz y tumba universales de todo cuanto vivió, vive y habrá de vivir.


Hay quienes prefieren el consuelo de la otra vida a encarar el dolor de la muerte sin más e irremediable, pero yo considero que en ese caso el remedio -o el placebo- es peor que la enfermedad porque los sentimientos de culpabilidad que engendra esa metafísica no pueden considerarse deseables de ningún modo… Cabe relatarles que mi amigo estuvo mal después de eso -y no solo emocionalmente- porque se le somatizó ese trauma. ¿Era inevitable que ello ocurriera? No lo sé a ciencia cierta, pero estoy convencido que si no era inevitable, esa clase de perversas racionalizaciones subconscientes lo favorecieron; mientras que si lo era, solo sirvieron para agravar su convalecencia, su autoflagelación. “Ha pasado más de un año, amigo. No sé si leerás esto o si lo tomarás a bien o no, pero ojalá que les sirva a quienes tengan oídos y deseen escuchar. Simplemente no permitas que la idea del otro mundo envenene tu amor a este otro que los dos compartimos”.

jueves, 1 de enero de 2009

¿Qué significa para mí ser místico?


Yo no soy ni religioso ni espiritual, sino místico. La persona religiosa cree que hay otra realidad con al cual religarse mediante ritos, dogmas y fe. El espiritual duda de los ritos, los dogmas y la fe de la persona religiosa, pero sigue creyendo en esa otra realidad que sería “puro espíritu”. Yo, por mi parte, no creo en el espíritu, no creo en otra realidad ni en la necesidad de ligarme (¿de nuevo?) a ella. Pero estoy abierto al misterio que colma este mundo. ¿Qué hay escondido en el baúl que mi vecino heredó de su abuelo? Yo no lo sé ni espero que lo encuentre allí demande una explicación sobrenatural, pero tal vez hayan cosas sorprendentes y conmovedoras como un cuadro exquisitamente pintado por las manos del ahora difunto, una baratija de plástico que tal vez condensa todo el amor y las fantasías de juventud de una generación o una vetusta foto en blanco y negro que demuestre que es posible vivir en un mundo sin televisores ni celulares y ser feliz. Para mí, en el universo hay infinitos misterios naturales a la espera de que les demos la gran oportunidad para cautivarnos. Qué triste que haya tantos que en lugar de disfrutar de la exquisita complejidad de la naturaleza siguen pegando sus ojos a las pálidas maravillas de cuento de hadas de sus mitologías polvorientas. Por mi parte, los que deseen el otro mundo -sean estos religiosos o espirituales- pueden dirigirse sin problemas a su mundo hipotético y puramente intangible siempre y cuando no estorben el paso por este mundo de quienes no lamentamos haber nacido y vivir en él. Muchas gracias.

viernes, 26 de diciembre de 2008

Hago Lo Que Dios Hace



Dios me ama más que a Sí mismo: si yo Lo amo más que a mí, Le doy tanto como me da Él a mí.
(Angelus Silesius)

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Un Cristiano Es Hijo De Dios



También yo soy hijo de Dios, estoy sentado a su diestra: su Espíritu, su Carne y su Sangre en mí le son conocidos.

(Angelus Silesius)

lunes, 22 de diciembre de 2008

El Amor Fuerza A Dios



Si Dios no quisiera llevarme más allá de Dios, yo lo forzaría simplemente por medio del amor.
(Angelus Silesius)

viernes, 19 de diciembre de 2008

La Supradeidad



Lo que han dicho de Dios no siempre me basta: la Supradeidad es mi Vida y mi Luz.
(Angelus Silesius)