viernes, 26 de diciembre de 2008

Hago Lo Que Dios Hace



Dios me ama más que a Sí mismo: si yo Lo amo más que a mí, Le doy tanto como me da Él a mí.
(Angelus Silesius)

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Un Cristiano Es Hijo De Dios



También yo soy hijo de Dios, estoy sentado a su diestra: su Espíritu, su Carne y su Sangre en mí le son conocidos.

(Angelus Silesius)

lunes, 22 de diciembre de 2008

El Amor Fuerza A Dios



Si Dios no quisiera llevarme más allá de Dios, yo lo forzaría simplemente por medio del amor.
(Angelus Silesius)

viernes, 19 de diciembre de 2008

La Supradeidad



Lo que han dicho de Dios no siempre me basta: la Supradeidad es mi Vida y mi Luz.
(Angelus Silesius)

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Un Cristiano Es Tan Rico Como Dios



Soy tan rico como Dios, no puede haber ni una mota de polvo -hombre, créeme- que yo no tenga en común con Él.

(Angelus Silesius)

lunes, 15 de diciembre de 2008

El Hombre Es Eternidad



Yo mismo soy Eternidad cuando abandono el tiempo y me introduzco en Dios y Dios en mí.
(Angelus Silesius)

viernes, 12 de diciembre de 2008

Hay Que Lanzarse Por Encima De Sí Mismo



Hombre, si te lanzas en espíritu más allá del espacio y del tiempo, puedes a cada instante estar en la Eternidad.

(Angelus Silesius)

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Dios Está En Mí, Y Yo En Él



Dios es en mí el Fuego, yo en Él la Claridad: ¿no estamos muy íntimamente unidos?

(Angelus Silesius)

martes, 9 de diciembre de 2008

¿Qué es aquello que hace buenos a los hombres?


Querida María Paula, ¡salve! Disculpa por esta respuesta un “poco” tardía al comentario que me dejaste el 10 de noviembre. Como tú sabes, amiga, yo también he estado en la locura de los trabajos finales y los exámenes finales (uno de los cuales todavía me tiene cautivo) y he tenido que ir postergando mi respuesta en contra de lo que dictaban mis mejores deseos. Veamos, tú me preguntas qué es aquello que hace buenos a los hombres o, en otras palabras, cómo se hacen de un espíritu noble según el confucianismo.


Al menos desde Mencio ya se puede afirmar que ha cristalizando en el confucianismo la idea de que la naturaleza del hombre es originalmente buena. Como ves, a diferencia de lo que ocurre en el cristianismo, en el confucianismo no se da la doctrina de la caída del hombre ni tampoco el sentido de culpabilidad asociado a ella. Te estarás preguntando la razón de que me haya remitido a Mencio para contestarte. Eso se debe a que la cuestión que tú planteas no se le había presentado a Confucio y por ello no la trató –al menos no directamente- en las Analectas. Mencio es el primer confuciano del que tenemos noticia que se atrevió a formular una respuesta a ese problema y por ello expondré a continuación su punto de vista con más detalle.


Cuando Mencio sostiene que la naturaleza humana es buena no quiere decir con ello que todos hayamos nacido perfectos; es decir, sabios. Él reconoce que la naturaleza humana contiene otros elementos además de los elementos propiamente buenos, pero esos otros elementos no son ni buenos ni malos en sí mismos. No obstante ello, existe el peligro de que dichos elementos no sean adecuadamente controlados y puedan conducir al hombre al mal. Y aquí viene un detalle fundamental: para Mencio estos otros elementos son los elementos que el ser humano tiene en común con las otras criaturas vivientes. Es en ese sentido que podemos considerarlos como el aspecto “animal” del hombre y la razón por la cual no deberíamos cometer el error de considerarlos como elementos integrantes de la naturaleza humana propiamente dicha. Ahora transcribiré un fragmento del Libro de Mencio -que no tiene desperdicio- en que nuestro amigo trata sobre esta cuestión:


Mencio dijo: ‘Todos los hombres tienen un corazón incapaz de soportar los sufrimientos de los otros. Los reyes antiguos tenían el corazón compasivo, por ello practicaban una política igualmente compasiva. Cuando con un corazón compasivo se practica una política igualmente compasiva, el gobierno del mundo es tan fácil como hacer girar algo en la palma de la mano. Por ejemplo: si unos hombres ven de pronto que un niño se cae a un pozo, todos sentirán miedo y compasión y esto no sería por ganar el agradecimiento de sus padres, ni porque así ganasen fama entre sus amigos y parientes, ni por miedo a adquirir mal renombre. De esto se deduce que el que no siente compasión no es hombre, que el que no siente vergüenza y desagrado no es hombre, que el que no siente gratitud y modestia no es hombre y que el que no tiene sentimientos de aprobación o desaprobación no es hombre. El sentimiento de compasión está en la base del amor al prójimo. El sentimiento de vergüenza y desagrado está en la base de la rectitud. El sentimiento de gratitud y modestia está en la base de la corrección. Y los sentimientos de aprobación y desaprobación están en la base de la sabiduría. Los hombres tienen estas cuatro bases como tienen sus cuatro extremidades y el que dice que no es capaz de desarrollarlas es como el que se roba a sí mismo, y el que declara la propia incapacidad al príncipe es como si estuviera robando al príncipe. Todos los hombres poseen estas cuatro bases en su yo; si saben cómo desarrollarlas y llevarlas a su plenitud, serán como el fuego que empieza y toma cuerpo o como la fuente que brota y aumenta su caudal. Si las completan, bastan para proteger el universo; si no las completan, no podrán proteger ni a sus propios poderes’. (Libro de Mencio II, 6)


Todo lo anterior viene a demostrar que el hombre es naturalmente bueno y que en su naturaleza siempre hay bondad aunque esté en germen. Cuando el hombre desarrolla las “cuatro bases” estas se convierten en las cuatro “virtudes fundamentales” que enfatiza el confucianismo. Estas virtudes, de no ser obstaculizadas por las condiciones externas, se desarrollan “naturalmente” desde el interior –podríamos decir que “espontáneamente”- tal y como los árboles crecen “naturalmente” a partir de su semilla o las flores surgen “naturalmente” a partir de un botón. Nadie tiene que estar detrás de todo amenazando o castigando a las semillas o a los botones para que esto ocurra. (Nota para los curiosos: el emperador romano y estoico Marco Aurelio dice algo similar en sus “Meditaciones”)


Esas cuatro bases son lo que diferencia al hombre de las bestias. Por tanto, ellas deben ser desarrolladas porque solo gracias a su cultivo el hombre llega a ser verdaderamente humano. En otra parte del Libro de Mencio, este notable pensador afirmará: “El hombre no difiere mucho de los animales irracionales. Los hombres vulgares renuncian a esta diferencia, los hombres superiores la conservan”. (Libro de Mencio, IV, 19) Así pues, después de esta extensa exposición, podría contestar tu consulta de la siguiente manera: “Nada hace a los hombres buenos puesto que ya lo son. Solamente pueden progresar en su bondad innata o renunciar a ella. Si se quiere progresar en la bondad innata, hay que aplicarse en el cultivo de las cuatro bases. El estudio y los viajes pueden serte de gran ayuda para llevar a cabo este propósito”.


El Shulca

lunes, 8 de diciembre de 2008

Soy Como Dios y Dios Como Yo



Soy tan grande como Dios: Él es tan pequeño como yo; Él no puede estar encima de mí, ni yo por debajo de Él.

(Angelus Silesius)

domingo, 7 de diciembre de 2008

Glosa a las Analectas de Confucio (1.6)


Confucio dijo: “En el hogar, un joven debe cultivar la piedad filial; fuera de él, debe cultivar el amor fraternal con todos los demás. Su conducta ha de ser comprometida y digna de confianza. Debe irradiar amor a las multitudes sin distinción, cuidándose de mantenerse siempre apegado a la gente de carácter benevolente y moral. Si después de todas estas actividades aun conservase energía para recrearse, empleará estas para el estudio con el fin de mantenerse cultivado.

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GLOSA

Nuevamente se retoman dos elementos muy importantes en el confucianismo: la piedad filial y el amor fraternal. Confucio asigna a cada uno una esfera hegemónica: para el primero, el hogar, el ámbito de los privado; para el segundo, “la calle”, el ámbito de lo público. Vimos anteriormente (Analectas 1.2) que un hombre que cultiva la piedad filial y el amor fraternal “difícilmente estará inclinado a desafiar a sus superiores”. En esta ocasión vemos más bien el aspecto positivo de ese razonamiento. Un hombre que en su hogar cultive la piedad filial también cultivará en el hogar el amor fraternal hacia sus hermanos. Y una vez que sepa lo que es amar a sus hermanos como hermanos estará en posición de amar con verdadero amor fraternal a las personas con las que se tope a lo largo de su vida pública. Así pues, la teoría confuciana no versa sobre un ideal de mera contención, sino que también tiene un aspecto propositivo y positivo. Evidentemente, no hay contradicción en ello: la sociedad mejora porque el cultivo de la piedad filial y el amor fraternal neutraliza lo malo y fomenta lo bueno.

Cuando he traducido la conducta como “comprometida” he querido dar a entender que la persona se toma las cosas en serio y es diligente en relación a los asuntos que le son confiados: es por ello que se le puede considerar como digna de confianza. He optado por favorecer la expresión “irradiar” donde otros traductores han preferido “desbordar”. Considero que hay una distinción sutil en ello que debe señalarse. Ese “desborde” puede ser entendido como un sentimentalismo estéril, autocontenido, como una invitación a la mera compasión (padecer con) Aquí más bien es una invitación a la “conacción”: a que al hacer con los otros –en los trabajos cotidianos- nuestras acciones deben revelar ese amor que sentimos hacia ellos. Asimismo, Confucio les advierte a los jóvenes para que se cuiden de las malas compañías por obvias razones. Eso me ha recordado el caso de un matemático que descubrió un modo de sacarle la vuelta a los casinos de Las Vegas. El señor es contactado por un grupo de mafiosos y termina involucrando a sus hijos en un ambiente donde la droga y la prostitución estaban a la orden del día. Él y sus hijos eran gente bastante “sana”, pero era evidente que esa cercanía empezaba a desorientar a sus hijos. Afortunadamente, se retiró a tiempo, pero no siempre se obtiene un final feliz de esta mezcla. Por ello, debemos cuidarnos de evitar quedar enredados en las trampas que mantienen cautivos a quienes queremos ayudar. Si no me equivoco, eso es algo que también aprenden –o deben aprender- los psicoterapeutas para no crear un vínculo de dependencia entre sus pacientes y ellos. Y así como el que quiere ayudar se apega a los más virtuosos, si la otra persona realmente desea ayudarse a sí misma, esta se apegará a quien le extiende una mano y se formará una cadena hacia la virtud: nada de esa clase de “secuestros” por motivos “espirituales” que se justifican “por el bien del otro” y que lamentablemente aun se siguen dando en nuestros días.

Finalmente, se remata el comentario con una invitación al estudio. Mientras América Latina se hunde económicamente y en otros aspectos a vista y paciencia de nuestros gobernantes, China progresa a pasos agigantados. No es que las condiciones laborales sean mejores en China: suelen ser tan malas o peores que las que imperan en este lado del charco. Sin embargo, los padres de todas las clases sociales ahorran lo máximo posible de sus muchas veces magros salarios y lo destinan a la educación de sus hijos. En muchos casos, los niños estudian de una manera que a mí mismo me parece algo excesiva. Por ejemplo, veía en un documental de la DW que después del colegio los padres de clase media llevaban a sus hijos menores (unos niñitos) a que continuaran estudiando idiomas y estos al volver a casa se empeñaban arduamente en mejorar sus calificaciones. Cuando comparo esa situación y veo en el Perú que muchos jóvenes de clase baja son capturados por el pandillaje, que muchos jóvenes de clase media están más empeñados en matar el tiempo en el MSN que en aprender y que muchos jóvenes de clase alta que han nacido en cuna de oro no aspiran a otra cosa más que a ser unos parásitos rentistas y unos calabacitos hedonistas; cuando hago el contraste, mi corazón se compunge porque no se puede cosechar lo que no se ha sembrado y, pero aun, porque cosecharemos con toda certeza toda esa miseria –no solo económica, sino sobre todo humana- que fomentamos.

El confucianismo favorece el que los pueblos que se orientan por sus principios salgan del subdesarrollo no merced a la gracia sobrenatural de dios alguno –en caso contrario sería mejor para los latinoamericanos dejar de ser cristianos de una buena vez después de tantos siglos de postración históricamente documentada-, sino en base a una fórmula que ha sido probada y comprobada con éxito rotundo por todas aquellas colectividades que la han puesto en práctica -como en el caso de los judíos y los japoneses, por citar dos-: dedicar una porción considerable del tiempo y de los ahorros en la educación de los hijos. No hay necesidad de reinventar la pólvora ni necesidad de usarla para añadir al subdesarrollo un baño de sangre. Pero mientras el imaginario de nuestra juventud siga siendo cautivo del consumismo –satisfacción inmediata sin disposición al sacrificio- veo muy difícil que nuestra región no quede rezagada en la competencia mundial que libran todos los países que integran (o aspiran a integrar) la economía del conocimiento.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Me Viene De Dios, Y A Dios De Mí



Que Dios goce de tal felicidad y viva sin deseo, es algo que le viene de mí, igual que yo lo he recibido de Él.

(Angelus Silesius)

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Dios No Vive Sin Mí



Sé que, sin mí, Dios no puede vivir ni un momento. Si me vuelvo nada Él ha de entregar el alma.

(Angelus Silesius)

lunes, 1 de diciembre de 2008

Es Necesario Incluso Ir Más Allá de Dios



“¿Dónde está mi morada? Allí donde no hay tú y yo. ¿Dónde está la meta última a la que he de tender? Allí donde no hay ninguna. ¿A dónde, pues, he de ir? Debo subir todavía más arriba que Dios, a un Desierto”.

(Angelus Silesius)