domingo, 9 de noviembre de 2008

Glosa a las Analectas de Confucio (1.2)


El Maestro You dijo: "Un hombre que cultiva la piedad filial y el amor fraternal difícilmente estará inclinado a desafiar a sus superiores. Un hombre que no esté inclinado a desafiar a sus superiores nunca fomentará una rebelión. Un caballero se ocupa de lo esencial; una vez que lo esencial está asegurado, la Vía se desarrolla por sí misma. Cultivar la piedad filial y el amor fraternal es la base esencial de la benevolencia".

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GLOSA

Quisiera comenzar mi comentario con algunas precisiones históricas. En el periodo en que enseña Confucio China todavía no es un imperio, entendiendo esto como un Estado fuertemente centralizado que ejerce su autoridad sobre una China unificada. Hablamos aquí de un periodo en que la autoridad eminentemente religiosa de los reyes de la dinastía Zhou padecía un franco proceso de descomposición que conducirá al belicoso periodo conocido como de los Reinos Combatientes. Como puede imaginarlo mi azaroso lector, las preocupaciones en torno a la unidad y el orden resultaban especialmente apremiantes durante esta etapa de la historia china.

La propuesta confuciana puede parecer un poco ingenua para algunos de nosotros, pero ello no quita que resultaba perfectamente digerible al interior de una sociedad en que el ethos autoritario presente en todas las sociedades tradicionales prevalecía. Con esto me estoy refiriendo a la idea un tanto “militar” de que la sociedad puede asegurar la unidad y el orden articulándose en función de una cadena de mando que parta desde la familia hasta llegar a la autoridad más elevada que recaería en el Emperador. La idea tiene algo de sentido, pero desde mi punto de vista adolece de un terrible defecto: está sesgada a favor de la obediencia en desmedro de la libertad. Con esto no quiero decir que yo vea con buenos ojos la insolencia o la insurgencia. Lo que me interesa es hacer notar que el énfasis está puesto en la obediencia sin más, porque sí. Para ser justo con mis paisanos, debo señalar que se presupone que las autoridades “políticas” son también moralmente superiores o no estarían allí en primer lugar. Aunque esto no siempre se cumpliese en los hechos… Cabe señalar también que dado que en China se entendía el Estado como una familia, la obediencia a los padres y a los mayores también puede incluirse dentro del ámbito de lo político: es por eso que hablo de autoridades “políticas” aunque eso no calce muy bien dentro de la idea de política que se maneja actualmente en Occidente.

Por otra parte, quiero señalar mi creencia de que el progreso moral de una sociedad debe medirse en función del trato que brinda a su población más vulnerable. Es cierto que las personas de la tercera edad constituyen un sector vulnerable de nuestra población, pero no son los únicos. Los niños también lo son, por ejemplo. O las madres gestantes, desde una perspectiva un poco más amplia de “vulnerabilidad social”. Entonces, no basta la obediencia –que se nos es exigida desde arriba-, sino que también es necesario tener un espíritu de servicio. El que está arriba de nosotros puede forzarnos a obedecerlo, así que si no acatamos sus normativas por las buenas puede conseguir con relativo éxito que lo hagamos por las malas. Además, está en posición de recompensarnos por nuestra buena acción. En cambio, los que están por debajo de nosotros no pueden hacer ni lo uno ni lo otro. Tratar con justicia a quienes no tienen cómo retribuirnos es, en mi opinión, la base fundamental de la benevolencia. La obediencia se puede imponer y se puede aparentar en las formas, pero el espíritu generoso es algo que fructifica espontáneamente y que solo lo hace en los hombres superiores.

Por eso el caballero trabaja en lo esencial. No tiene que reprimirse o estar calculando a cada paso qué debe hacer o evitar hacer para sostener una pose moral que no es sino una careta. En lugar de ello, prefiere cultivar un espíritu noble que por sí mismo producirá frutos buenos porque, ¿cómo podría producir un fruto malo el árbol bueno? Esto abre la posibilidad de vivir según una moral sin vigilantes, sin la ansiedad que inevitablemente produce la conciencia de la represión. Lo cual, a su vez, hace totalmente innecesario que nos planteemos la pregunta que, en estos tiempos de lucha contra el terrorismo, planea sobre nosotros: ¿quién vigila a los vigilantes?

1 comentario:

María Paula dijo...

Hola Mauricio AKA "El Apu":

¡Te felicito por el blog! Está interesantísimo. (:

Tengo una preguntilla, según la propuesta confuciana, ¿qué es aquello que hace buenos a los hombres? Mejor dicho, ¿cómo se hacen de un espíritu noble?

Bueno Apu, estaré en espera de tu sabia respuesta u_u.

Besitos,

Mapi