sábado, 1 de noviembre de 2008

La Primera Piedra

Bienvenido a la Montaña Vacía, azaroso lector de estas palabras. Si ya tienes tu verdad y puedes señalarla aquí o allá, es mejor que sigas tu camino: nada encontrarás aquí que te sea de utilidad. En cambio, si eres de los que sabe que no hay nada que señalar, dame tu nombre y comparte lo que recuerdas. Para todos los demás, los que vagan por el mundo en busca de un camino, abandona por un momento ese fatigoso empeño y concédele a tu alma el mudo reposo de la lectura. ¡Paz! ¡Paz! ¡Paz para todos los seres!

1 comentario:

Svidrigailov dijo...

Cual Zarathustra que desciende de las altas montañas, habremos nosotros, lectores de estas líneas tuyas, dejar las nuestras y subir a tu montaña vacua. Sin embargo, recuerdo haber leído -y seguro tú también- que incluso en el vacío existen partículas fugaces que desaparecen al colisionar; de igual manera, pienso que en esta, tu montaña, encontraré algo. Al menos, los fundamentos de tu nada o de concepciones que, del vacío, generen alguna osada y espontánea idea... tal como esa "secta" urdida, aunque incompleta, por dos estudiantes alucinados.